16.11.05

Fantasmas del pasado

Todos hemos pasado por el trance. Suena el teléfono, y alguien te dice, en un tono más bajo y apagado del habitual,
Necesito hablar contigo
Separaciones, desempleo, enfermedad, adicciones... los problemas se multiplican y es entonces cuando intuyes quién te va a escuchar.
Por algún motivo, hay gente que inspira más confianza, probablemente porque sea más propicia a escuchar. Gente que sabe escuchar, sabe dejar que su interlocutor se desahogue, y sólo responde tras reflexionar y tratar de buscar juntos una solución, un alivio o una opción que valga la pena probar.
De algún modo, yo acabo involucrada en estas conversaciones con bastante frecuencia. En los momentos más duros siempre tuve la suerte de encontrar un apoyo inesperado en mis amistades más cercanas, e incluso alguna sorpresa de vez en cuando al ofrecerme su casa gente que apenas conocía. Y desde siempre yo también me ofrezco a escuchar y guardar secretos aunque a veces lleven a situaciones complicadas, cuando has de responder con evasivas a los interrogatorios de terceras personas, o fingir la misma sorpresa ante reacciones inesperadas de personas a tu alrededor para que no se note que sabes algo.
Llevo unas semanas preocupada por cierta amiga. Tiene una hija adolescente bastante problemática, y tiene una pareja que tampoco es precisamente un modelo de convivencia. Normalmente nos vemos a menudo, como mínimo una vez a la semana, y hace más de un mes que no la veo. Lo que es peor: por teléfono suena muy decaída, me llama para hablar y luego se arrepiente, me pide que nos veamos y luego a última hora me manda un sms diciendo que no le apetece ver a nadie y que se va a casa. No lograba saber si el problema actual era la hija o el novio (o el novio de la hija, que ya le ha traído más de una movida a casa) y había pensado en llamar directamente a la hija para ver qué decía... en el caso de que los problemas vinieran por otro lado.
Esta mañana me ha llamado la hija de mi amiga tres veces, hasta lograr hablar conmigo.
Necesita hablar conmigo.
Está asustada y no sabe a quién acudir. Me empezó a contar la historia y le dije que teníamos que hablarlo más tranquilamente, que quería verla. Habla de malos tratos psicológicos y de violencia en casa... y no me sorprende mucho, porque es lo que me estaba temiendo (en verano ya hubieron amagos). La situación se está haciendo insostenible, y no sabe quién puede hacer entrar en razón a su madre. Aunque no nos veamos, sigo ejerciendo de tieta para sus problemas adolescentes, pero también he aparecido en momentos muy tensos para ejercer de árbitro o para hacer de segunda madre.
Tanto mi amiga como yo hemos pasado por la experiencia de la violencia doméstica... y nos habíamos jurado no volver a permitirlo. Cuando las cosas empezaron a pintar mal este verano, le hablé muy claro (¿demasiado, quizás?) y vi en su mirada esa resignación tan peligrosa... Ahora llevamos meses sin poder vernos a solas, siempre le acompaña él. La última vez que vi a la pareja juntos fue hace ya... ¿mes y medio? oÔ y él parecía estar bastante colocado, ella rehuía comentarios.
Esta tarde veré a la niña, tomaremos un café y oiré su parte de la historia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tolerancia CERO. No negocio con algo así.

Salí con una chica, cierto tiempo. Me dijo que estaba separada. Pero no era cierto, estaba separándose, que es distinto. No importó. Lo que sí importó fue verla llegar, algún día que quedábamos, con la cara cruzada por una hostia o puñetazo. Inmediatamente la llevé a una comisaría para tramitar la denuncia. No quiso. "Es que es culpa mía porque me ve salir y se siente celoso".

Fueron varios meses de incertidumbre y noches sin dormir, hasta que me HARTÉ de que no hiciera nada, me harté de verla llegar llorando, me harté de que las asociaciones a las que llamé no movieran un puto dedo "si no era ella la que llamaba" y me harté de que siguiera dejándolo entrar en su casa, cuando le lloraba un poquito. Y no quise volver a verla.

No me harté con respecto a ella, que conste. Me harté con respecto a mí, verme a mí con ella, sin disfrutar, sin reír, sin salir tranquilos, sin nada de nada. Adiós, bye bye.

Ahora ha rehecho su vida y es feliz, dicen. De lo que no me arrepiento es de haber sido su "supositorio inicial", haber contribuido en un 0,5 % en su motivación.

:)

Tenblog dijo...

a mí se me encoge el corazón, lloro....he llorado al leer esto. Quizá pq me toque de cerca. La resignación, eso es lo q me mata, la peligrosa resignación como tú bien has dicho.
¿Qué sucedió? Ay por favor...dame buenas noticias...de todas todas, tú ya sabes lo q es y sabes q no puedes hacer nada si ella no da el paso....