16.1.06

Samsa


Hace unas horas, ciertamente, me sentía más Gregorio Samsa que nunca. Al menos, que yo recuerde. Me sentía embrutecida, tanto física como intelectualmente. Tenía fuertes calambres en los pies, y especialmente en la pierna izquierda. Dado el humor que tenía, me imaginaba que la pose en la que tenía que poner la pierna para calmar levemente el dolor se asemejaba a la de un insecto. El dolor me hacía ser consciente de que no podía pensar en otra cosa, ni colocar mi pie en una postura cómoda. Mi cuerpo se me rebelaba. ¿Cómo debe ser cuando empiece la mutación? pensaba mi mente, mientras los dedos del pie se contraían grotescamente.
Ahora mismo ya no me siento Samsa. Más bien K, el agrimensor. Pero ésa es otra historia...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Niña, cúidame esos muslitos y piececitos eh? por ahí sí que no paso.

:) - -

El libro me encantó. Lo leí dos o tres veces, hace mucho. Original. Espectacular. Genial. Y, como no, kafkiano, más que nunca.

Anónimo dijo...

Y con estas referencias literarias explicas a tu hijo las cosas. ¿Cómo no va a ser surrealista?