Una pausa para reflexionar

Ayer estuve, toda la mañana y gran parte de la tarde, muy enfadada. Cabreada. Furiosa.

Echaba humo por las orejas y mi mirada dejaba corta la de Medusa*, y hasta llamé al jefe por teléfono para decirle que quería hablar con él por la tarde. post viandum.

Coincidimos en el mismo restaurante, y sin cortarme un pelo me pedí una botella de vino para compartir con mi amiga (aquí la gente me mira mal si me tomo hasta una cerveza con la comida, todas tiran de agua sin gas!)

¿Por qué me había convertido en Gorgona? Porque me habían vuelto a hacer perder 5 horas de trabajo útil porque dos personas que habían aprobado un vuelo (ida y vuelta) en Julio, se lo confirmé de nuevo el miércoles pasado antes de acabar el dossier para su reunión en París, y habían recibido por e-mail al menos tres veces su reserva, cada vez que se les pasaba por la cabeza preguntarme cómo estaba lo de los vuelos para el 26/9, de pronto, y una vez en parís, querían volver más temprano y no les gustaba el vuelo que había elegido.

Tal y como estaba la cosa, por fechas y horas, la única solución que les podía dar yo era pagar 1.400 euros para que las dos señoras llegasen un par de horas antes a casita, o bien unos setecientos para que se diviertan haciendo escalas por Europa, con lo cual llegarían igual de tarde o más, pero saldrían antes de París -bien pensado, tuve la tentación...

Y luego, pasa lo de siempre: el jueves salí tan tarde de trabajar que mi hijo me estaba esperando en la calle, ya que la biblioteca cierra a las 9 en punto. Había quedado claro que en épocas escolares me han de avisar con tiempo si he de quedarme más de dos horas y media después de mi horario habitual ¬¬

*Por cierto, un año me disfracé de medusa de forma bastante kitschvicente

P.D.: No he visto ningún comentario por los blogs visitados anoche a algo que me llamó la atención ayer. ¿Qué pasa, que nadie se lee los avisos de Bloglines?