Purgas

Uno de los auténticos motivos de la visita de mi amiga, de la que ya hablé, era hablar y hablar y tratar de aclarar por dónde hemos de tirar.
Yo estoy pasando por las dudas de si ceder ante un fantasma del pasado, que creí superado, o si tratar de insensibilizarme. Ella está pasando por una época muy difícil y necesitaba hablar y desahogarse, y nuestras sesiones maratonianas de gtalk no son lo mismo que vernos y compartir cervezas, cenar en nuestro antiguo restaurante favorito, pasear por la playa de noche y sentarnos juntas en silencio a pensar.
Y, mientras tanto, también encontramos tiempo para pasear al perro de Magda, para irnos de discotequeo, para tomar cervezas y tapas en chiringuitos, para recordar viejos tiempos y valorar los actuales, pese a todo. Y hasta para hacernos cábalas sobre lo que nos ocultaba un antiguo amigo cuando le vimos y que nos deja entrever otra amiga al hablar de él... Lo hemos pasado muy bien, pese a los tremendos altibajos emocionales propios de cualquier purga sentimental. Cuesta hablar de nuestros miedos y cuesta más aceptar que no tenemos ni idea de cómo enfocar nuestros próximos años, meses, días...
De momento, he sacado en claro que el padre de mi hijo no me afecta ni domina como antes, pero que hace un par de semanas comprobé que estoy mucho menos inmunizada de lo que pensaba, y que a la que baje la defensa me vuelve a poder afectar más de lo que quiero aceptar. Ahora falta decidir hasta dónde voy a involucrarme en su reinserción, y sé que no puedo darle la espalda del todo a menos que me obligue a ello... Lo malo es que por primera vez en muchos años, parece volver a ser la persona que conocí hace casi veinte años. Me he acostumbrado a estar a la defensiva, pero era fácil cuando su mirada era turbia y su hablar, violento. Ahora no es tan fácil, ni siquiera sé si quiero alejarme...
En cuanto a ella, mejor leer su post de hoy.

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