23.7.10

Las odio!

Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio. Las odio.

Las odio.

Anoche, tras la Beach Volley Party en el curro, llegamos felices y cansados a casa y yo me acosté sobre la una de la mañana, pero Rastakid se quedó viendo la tele.

A las dos me despertó acojonado porque había entrado, volando por el balcón entreabierto, una cucaracha voladora de unos diez centímetros, y estaba paseándose por la pared.

(Las odio. Las odio. Las odio)

En cuanto cogí el spray matacucarachas y empecé la  guerra química, se fue encaminando hacia mi cama y cayó muy cerca, pero justo en un espacio donde tenía  maderas, zapatos y una bolsa -un espacio que uso de almacenamiento, porque es estrecho para ser de paso y todavía tenemos maderas y cosas por colocar.

Y allí empezó el show. Serenarnos, tras el subidón de adrenalina, mover mi cama en la medida de lo posible sin armar mucho ruido y ponernos a sacar uno por uno los zapatos para ver si había caído o se había escondido dentro, luego las maderas por donde había caído, luego la bolsa (eso sí nos puso de los nervios porque parecía que había caído por ahí y había que vaciarla) y luego comprobamos que ya no estaba en la zona donde había caído.

Abrimos mi cama (es de las que se levantan y tienen debajo una zona de almacenamiento, con mi ropa) por si había logrado entrar por una rendija, y aunque ya habíamos empezado a gasear mi ropa, como antes había hecho Rastakid cada vez que le entraba los nervios con algún zapato, se le ocurrió a él mover la cama hacia el otro lado en lo posible y allí apareció. Muerta, o moribunda, patas arriba y aún moviendo las antenas.

Y tras deshacernos del bicho, tocó volver a montar todo en mi cama (había quitado la almohada, cojines y cabezal, que es un cojín grande, y las sábanas, y todo lo que pudiera ocultarla) y procurar dormir.

Eran ya las tres pasadas. Habíamos perdido más de una hora. Somos patéticos, pero lo estábamos pasando fatal. Y yo, muerta de sueño pero con la adrenalina manteniéndome insomne.

Las odio.

Las odio.

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