11.5.10

100 años, toda una vida

Ayer se murió mi abuela española.


Ya hace unas semanas parecía claro que del hospital no iba a salir, y que era cuestión de tiempo. Poco tiempo.


Poco tiempo, sí, pero Eulalia había llegado a cumplir los 100 años.

Había sobrevivido a una guerra civil, al hambre de post guerra, a la injusticia de quedar viuda a los veintitantos y con siete hijos que alimentar, a buscar ayuda entre amigos y vecinos para que se llevaran a algunos de los chavales al campo como ayudantes a cambio de cuatro perras: mi padre hablaba de trabajar desde los 4 años, mi abuela de que suerte tenía de que el cabrero se llevara a algunos críos para no tenerlos todos en casa sin nada que hacer.


Había conocido lo que es tener una hija enferma, a quien le auguraron una muerte infantil y a quien escolarizaron con reservas (nada de excursiones o salidas, nada de ejercicio) por si se les moría en la escuela. Esa hija murió con uno cincuenta años, sin saber ya qué problemas eran debidos a su patología física y cuáles a la medicación incesante y trato diferente durante toda su vida. Su otra hija, la sana, murió mucho más joven, dejando a mis primos huérfanos.


Había tenido que tirar adelante con el fantasma de la mortandad infantil y las enfermedades descontroladas de esa época: la poliomelitis acechó a dos de sus hijos, uno de los cuales mantuvo ambas piernas pero necesitó ayuda ortopédica para caminar, el otro perdió el uso de las piernas y tuvo que utilizar muletas toda su vida. El médico predijo que otro de los niños se moriría antes de cumplir los 3 años,  por la bronconeumonía que tuvo durante sus primeros dos años de vida. El chaval logró superarla y sigue vivo: es mi padre.


Pero hablar de Eulalia es hablar de una mujer fuerte, incluso déspota: era la matriarca de la familia y se negaba a que nadie le llevara la contraria. Estaba obsesionada con que todos sus hijos se casaran con mozas del pueblo, y ninguno se casó con una castellana: una murciana, una gallega, una andaluza, una inglesa. A cada una de sus nueras les hizo la vida imposible los primeros años, hasta que pasaran la prueba. Esas mismas nueras que le han estado ahora cuidando durante años, y a quienes aún espetaba de vez en cuando alguna de las suyas.


Por eso, por su carácter tan borde y cascarrabias, se hace difícil a veces recordar lo demás. Pero yo me acuerdo. Como decía hace poco, cada vez que  la visitaba estos años, ella se acordaba de los miércoles que iba a comer a su casa, cuando estaba estudiando la carrera. Cada miércoles del curso universitario entre 1986 y 1991 fui a comer a su casa, casi siempre su famosa paella. También pasamos muchos veranos unas semanas con nuestra abuela española, siempre vestida de negro, con mandil y moño bien apretado, y le pedíamso que nos hiciera lo que llamábamos "la sopa de Lala": una sopa de cocido con fideos tan impresionante que mi hermana y yo la contábamos entre nuestros platos favoritos y la pedíamos en pleno agosto.

Era triste ver cómo una mujer tan fuerte iba menguando y encorvándose. Era triste ver cómo se fue enrareciendo el ambiente a su alrededor. Y por eso quise reflejar la otra cara de esta mujer menuda, cascarrabias y luchadora, que en todo momento me apoyó respecto a mi decisión de tener a mi hijo estando sola y compartió conmigo la lucha por mantener a tus hijos sin una pareja al lado. Mientras, mi otra abuela, tan maja, tan artística y sensible, me insultó y acabó admitiendo que le supuso un esfuerzo "perdonarme". Seguro que ella no lo recuerda ya, pero yo sí.


PD: Parece que ésta ha sido otra entrega de los fantasmas interiores de Okok.

5 comentarios:

Poliwhirl dijo...

Olé tu abuela española. Ya no sé si la llegué a conocer en persona (puede ser, hace muchos años, en Barcelona?), o si sólo me lo imagino por lo que sé de ella, pero sin saber todos los detalles, me merece toda mi admiración. Con todos los detalles, se multiplica la admiración exponencialmente.

Esperaré unos días, y le llamaré a tu padre.

Abrazos de esos que nunca doy en persona.

malaputa dijo...

Creo que con nuestros abuelos perdemos la referencia de lo buena que es nuestra vida.
Lo siento.
Un bicazo inmenso, fermosa :*

Okok dijo...

Poli, sí la conociste, pero sólo os visteis una vez que (no recuerdo por qué) te llevé conmigo a su casa en Horta. No sé si a comer o si viniste a recogerme.

Y sí, espérate unos días porque están desbordados de llamadas y visitas. Ayer estuvo muy mal, ya sabes que todo le afecta la salud y además es muy sensible para según qué cosas, pero hoy parecía estar mejor.

Malaputa A mí se me queda más grabada esa parte de ella que la de los últimos años, hemos compartido bastante tiempo y me contaba sus "batallas". Ademas, ella vio en mí la nieta luchadora y, al contrario de lo que suele pasar en mi familia, no se tragaba el mundo de fantasía que rodea a otra persona que prefiero no nombrar.

Al escribir este post por la mañana acabé borrando mucho por autocensura y porque, aunque no creo que lo lea mi familia nunca, prefiero no comentar según qué cosas... al menos hoy.

Bicazo!

Lady Madonna dijo...

Lo siento mucho.

Un besazo ;)

Okok dijo...

Estoy pensando en escribir sobre el entierro en sí, ha sido muy peculiar...