En un edificio de siete plantas, una superficie de 55.000 m2 de laboratorios, oficinas, estabularios y almacenes, el riesgo de incendio o de alarma química es real. Y la misma naturaleza del edificio, con sus simposios y cursos, visitantes que hablan idiomas diversos y hasta trabajadores que no hablan bien el castellano y catalán, hay que saber comunicar la emergencia de manera efectiva sin contar exclusivamente con el lenguaje verbal. De momento, en los tres años que lleva en funcionamiento el PRBB, no ha habido ningún problema grave, ninguno que supusiera una evacuación. Aún así, parece un descuido imperdonable que no se hiciera ninguna prueba hasta hoy.
¿Y cómo fue?
Pues de entrada os comunico que, sin correr y bajando tranquilamente, mi compañera y yo fuimos las primeras personas en llegar a la plaza por las salidas de emergencia, con lo cual podéis estar tranquilos: parece que no moriría chamuscada en un caso real. La evacuación de personal fue bastante ordenada, por lo que pude ver, y se fue encaminando a sus respectivos puntos de encuentro, según el centro o la institución donde trabaje cada uno.
La mayoría de los trabajadores cooperó en el simulacro, y el grupo de responsables en caso de emergencias, con chalecos reflectantes identificativos, ha demostrado su buen entrenamiento: tenían las ideas claras y actuaron bien coordinados.
Investigadores y demás personal del PRBB colapsando el paseo marítimo
Pero veamos los fallos:
Todos estos fallos se dan tras anunciar durante dos semanas que tal día, a tal hora, se haría el simulacro. Se nos ha recordado constantemente dónde encontrar en la intranet las normas para caso de emergencia, y los controladores salen recién nominados de sus cursos, pero ¿qué pasará dentro de 5 meses, cuando las rotaciones de personal hagan que hayan cien, doscientas personas nuevas que no hayan leído las normas? ¿y cuando la mitad de los responsables de zona estén de vacaciones?Pero veamos los fallos:
- Las sirenas de alarma NO SONARON, fallaron en pleno simulacro.
- Los avisos por megafonía apenas se oían, en nuestro despacho sonaban tan flojas que, de haber estado hablando por teléfono, no nos hubiéramos enterado.
- Parece ser que había previsto un pop up o pantallazo que saltaría automáticamente en todos los ordenadores encendidos, pero tampoco funcionó.
- Las salidas de emergencia se dejaron abiertas sin nadie de seguridad, con lo cual podría haber entrado cualquier persona. Además a la vuelta al edificio, aunque habíamos oído que lo correcto era volver a pasar todos por los tornos y "fichar" de nuevo, la marea de gente fue encaminándose a las puertas de emergencia por donde salieron, y entraron por allí sin nningún tipo de control. Al entrar en "manada", sin pasar las tarjetas por los cierres de seguridad, puede colarse cualquiera en ese momento de regreso a la normalidad.
Y es que un simulacro no sirve para mucho a menos que sea sin avisar, para que la gente reaccione como lo haría de verdad, se ponga nerviosa, olvide el punto de encuentro o se marche a tomar un café mientras le buscan en los despachos.
O eso, o coger a unos cuantos y pedir que la liemos durante la evacuación, fingiendo desmayos, encerrándonos en el lavabo o negándonos a salir. Porque un simulacro ha de simular la realidad que pretendemos controlar, para así conocer cómo se comportaría realmente la gente.
¿No creéis?
1 comentario:
Los simulacros a los que yo he tenido la ocasión de "asistir", han sido siempre en mis centros educativos, ya sea la universidad o el instituto.
La verdad, es que en el trabajo aún no se han hecho y me parece bastante grave la situación. Si que hay unos equipos de intervención y unos programas de evacuación, pero nadie nos ha informado ni nadie sabe qué hay que hacer, exceptuando los citados equipos.
Espero que en futuros simulacros la cosa vaya mejor ;).
Un saludo!
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