Esta mañana, al bajar al metro, vimos que venía abarrotado y dije a Hugo que subiera él en ese vagón y yo cogería el siguiente. No es la primera vez: mi trabajo es más flexible con el horario que su colegio.
Bajo en Arc de Trionf, cojo una Bicing, llego a currar y miro por qué me pita el móvil. Llamada perdida del cole. ¿Le habrá pasado algo a Hugo? Llamo y no saben nada.
Al cabo de unas horas, me llaman de nuevo y es Hugo, que se había olvidado la mochila en casa y se la tengo que llevar, pero puede esperar a la hora de comer.
Salgo a la 13:30, cojo la Bicing, cojo el metro, cojo la mochila, cojo el metro, llego al cole, dejo la mochila, pienso "me voy a dar un capricho", voy a ver si cierto restaurante tiene menú del mediodía. No lo tiene. Voy a un local que hace platos únicos bastantes buenos. Cerrado. Recuerdo un local para cena+copas muy interesante, con buena comida. ¿Harán menús de mediodía? Sí.
Como, pues, en el KAMA LOUNGE, envuelta en un halo de nocturna suntuosidad, algo excesiva y neoyorkina (siempre me da esa sensación) pero agradable de vez en cuando. La comida, deliciosa (tikka verde de pollo, masala de gambas con arroz pulaw, diria que era, helado de té verde) y el vino de la casa, más que decente. La camarera no sólo es mona, sino que es muy profesional. La iluminación nocturna y el ambiente chill out, a las 14:30h, siempre me ha gustado especialmente al tener el encanto de las matinees cinematográficas: sales a la calle desubicado ;-)
Volví a trabajar de nuevo en Bicing, sonriendo al coincidir por primera vez con tres personas más en el puesto de recogida y devolución de bicis, y eso pese a la llovizna ;-)
Y ahora vuelvo al mundanal ruido, a la iluminación de fluorescentes al estar el día tristón, y al trabajo...
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